martes, 4 de noviembre de 2014

Andanada mortal

¡Hola!

Hoy les presento una pequeña, pero mortal, historia:

Andanada mortal

Torch, la invasión del África septentrional francesa , dio comienzo el 8 de noviembre de 1942. Una gigantesca flota se acercó a la costa africana para desembarcar en 3 objetivos distintos (Marruecos ,Oran y Argel) para , a continuación, dirigirse rápidamente hacía Tunez y así poder atrapar a las fuerzas del eje en Libia entre 2 fuegos.

Lugares elegidos para el desembarco de Torch
 
Doenitz, comandante de las fuerzas submarinas germanas, tuvo constancia del desembarco a las 6.30 del mismo 8 de noviembre .Rápidamente transmitió ordenes a los sumergibles que se encontraban entre el Golfo de Vizcaya y las islas de Cabo Verde, y que tuvieran combustible para ello, para que se dirigieran hacía la costa marroquí.

Uno de estos era el U130. Había sido botado el 14 de marzo de 1941 y comisionado apenas 3 meses después .Era un tipo IXc comandado en noviembre de 1942 por el KK Ernst Kals que llevaba un buen historial de hundimientos (17 mercantes hundidos o dañados en 4 patrullas hasta la fecha.

Al crepúsculo del día 12 se acercó sigilosamente a Fédala buscando cazar a la flota que abastecía a las fuerzas terrestres. A las 18.28 lanzó los 4 torpedos de proa y a continuación viró para lanzar el de popa. Todos hicieron blanco en 3 buques norteamericanos: el Hugh L. Scott (12.479 T), el Edward Rutledge (9.360 T)y el Tasker H. Bliss (12.568 T). Veamos como cuenta Rick Atkinson ,en su libro “Un ejército al amanecer”, el múltiple impacto:

El Scott de 12.000 T golpeó 2 veces sobre el flanco de estribor y luego escoró 30 grados. Las débiles particiones de madera explotaron en todas direcciones atravesando a los marineros en la sala de oficiales y a los cocineros en las cocinas. Bloques de cemento colocados para proteger el puente cayeron en la cubierta retorcida y aplastaron los camarotes inferiores. Se apagaron las luces. Las llamas bajaron la escalera de estribor y el petroleo manaba por los pasillos de modo que los marineros resbalaban y caían . Estalló la caldera número dos, lanzando agua hirviendo a la sala de máquinas; los hombres que tocaron los mamparos al rojo vivo se quemaron las manos. Los marineros retiraron a sus compañeros de la enfermería y liberaron el único ocupante de la celda de castigo . El grito “¡Abandonad el barco!” resonó por encima del tumulto. Quienes todavía pudieron, se encaramaron hasta la borda antes de que la popa del Scott se hundiera con un bramido.

Sus dos barcos gemelos no corrieron mejor suerte. El Rutledge ,con dos impactos, de inmediato se quedó sin luces y sin radio. El capitán M.W. Hutchinson levó anclas con la vana esperanza de que el viento y la marea empujaran el barco hasta la costa. Ardió como una caldera y se hundió exactamente 28 minutos después del impacto. El Bliss subsistió durante horas y unos terribles lamentos salieron del casco en llamas, donde una treintena de marineros fueron reducidos a cenizas. Un oficial en el puente del Augusta miraba el Bliss y murmuró ambiguamente “Los malditos infelices, los malditos infelices”

El oficial de inteligencia de Hewitt le pasó un mensaje manuscrito a las 20.25 horas que decía “El Rutledge hundido. El Bliss ardiendo. El Scott escorando y abandonado. La de supervivientes continuará por la mañana”. Hewitt leyó el despacho .Ordenó que dos remolcadores llevaran el Bliss a aguas pocas profundas, pero no había remolcadores disponibles. A las 2.30 de la madrugada del viernes, el navío se hundió entre las olas. Unas pocas bocanadas de humo rojizo marcaron el hundimiento.

El Tasker H. Bliss el 8 de octubre de 1942 en Norfolk.

Mil quinientos supervivientes trataban de alcanzas las playas. Una flotilla de lanchas de desembarco y barco de pesca franceses rescataron a los marineros absolutamente cubiertos de petroleo, salvo en el blanco de los ojos. Quinientos requirieron atención médica ,abrumando a los médicos aún atareados por el ataque de la noche anterior. Un establo para camellos en el muelle de Fédala fue convertido en un centro de selección de heridos. En el casino de madera de Miramar se colocaron más de 150 literas entre las mesas de juego. Hombres con jirones de piel colgando como cortezas de un gomero se acercaban a la puerta para pedir morfina amablemente.

Los cirujanos operaban a la luz de las antorchas de señales. Miembros del cuerpo de enfermeros se ayudaban de velas para tratar fracturas y contener hemorragias. De los cuatrocientos casos de quemaduras ,uno de cada cuatro, que Patton describió como “trozos de bacon” requirieron múltiples transfusiones de plasma. La mayor parte de las mil unidades almacenadas en Norlfok a finales de octubre se habían conservado ,y así se pudieron salvar al menos viente vidas. Pero equipo médico de mayor valor se había extraviado, incluidas piezas básicas para las máquinas de anestesia. Así pues, se perdieron bastante vidas.

La madrugada del viernes trajo la límpida luz africana, que reveló totalmente la catástrofe. Había marineros heridos en los bancos de las iglesias y en el suelo de las aulas escolares. Las barcazas transportaban los casos más graves a las enfermerías de los barcos, donde algunos fallecieron y otros vivieron. Un marinero sin identificar llevado al Leonard Wood , que tenía quemaduras de tercer grado, recuperó la conciencia para decir misteriosamente K-E-N-S-T-K antes de entrar en coma y morir tres días después solo reconocido por Dios.

Tras el ataque el U130 se alejó siguiendo la linea de la costa para no volver a intentar otro ataque. Con una sola salva había lograd hundir 3 buques. Su comandante podía estar contento.

Saludos


(1) Atkinson ,Rick “Un ejército al amanecer: la guerra en el norte de África, 1942-1943” Memoria critica 2004 pag 173 y 174
(2) El vicealmirante Henry Ken Hewitt era el comandante de la fuerza anfibia norteamericana que cruzó el Atlántico para tomar parte en la operación Torch.


Fuentes y enlaces de interés
Atkinson ,Rick “Un ejército al amanecer: la guerra en el norte de África, 1942-1943” Memoria critica 2004
Doenitz, Karl “Diez años y veinte días” Ediciones Altaya 2008 parte II

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