¡Hola!
Viene
la segunda parte de la entrevista a Luis Sanz:
Entrevista a Luis Sanz II
-Empecemos
ahora con la Kriegsmarine. A mi juicio, muchos de los valores , ideas
y planes que posteriormente darían forma a la Kriegsmarine nacieron
un día en concreto: en el autohundimiento de la Kaiserliche Marine en
Scapa Flow el 21 de junio de 1919 ¿cómo piensas que influyó en la
posterior historia naval alemana?
No
sé hasta qué punto el autohundimiento en Scapa Flow significó un
cambio tan radical, ya que con toda probabilidad en Versalles se
hubiese impuesto a Alemania la desaparición de su marina de guerra.
Al menos limpió a la marina de la mancha que había supuesto el
motín de Kiel, el detonante de la revolución que obligó a Alemania
a pedir la paz en 1918. Yo creo que tuvo mucha más importancia para
el desarrollo posterior la Kriegsmarine el que la inmensa mayoría de
los marinos de guerra tuviesen que abandonar su profesión, que se
disolviesen los equipos de diseño naval, y que los astilleros
navales especializados tuviesen que centrar su actividad en la
construcción de buques civiles.
En
esa línea es interesante comprobar que la Bundesmarine, la marina de
la República Federal de Alemania, tuvo problemas similares cuando se
reconstituyó en los años sesenta, y equipos de diseño naval
tuvieron que diseñar barcos nuevos sin tener apenas experiencia, que
hubo que construir en astilleros sin tradición en la construcción
naval. La Bundesmarine necesitó veinte años para producir buques
competitivos, y para ello tuvo que acudir a la colaboración con
otras potencias navales. La Kriegsmarine ni tuvo esa opción, ni tuvo
tanto tiempo.
-¿Cómo
valora los años de entreguerras en la Reichsmarine?
Tal
vez sea un poco radical lo que voy a decir, pero considero que fueron
casi por completo años perdidos. El ejército alemán se benefició
de la “poda” que tuvo lugar al final de la Gran Guerra, cuando
casi todos los oficiales de carrera fueron dados de baja, y solo
quedaron unos pocos, los mejores. Esos fueron los que revolucionaron
la forma de hacer la guerra y consiguieron tantas victorias para
Alemania. Ocurrió lo mismo que tras la Revolución Francesa, cuando
tras apartar (o decapitar) a los viejos generales borbónicos surgió
una generación de militares que dirigidos por Napoleón casi
conquistaron Europa.
En
la marina no ocurrió lo mismo. La Kriegsmarine tuvo mandos que
derrocharon valor, pero que tácticamente no fueron mejores que sus
enemigos. Eso se debe a la naturaleza técnica de la marina. En la
guerra moderna la técnica tiene un papel importantísimo,
especialmente en la marina o en la aviación. Pero (en los treinta)
diseñar un nuevo avión costaba tres años, mientras que una nueva
clase de buques llevaba más de un lustro.
Además
durante los años veinte las principales potencias navales pudieron
hacer todo tipo de experimentos. Probaron el efecto de las armas en
barcos viejos (incluso en alguno nuevo que no iba a ser completado),
probaron nuevas tácticas, y diseñaron nuevos tipos de barcos. No
todos los experimentos salieron bien, y los fondeaderos se llenaron
de buques de diseño extraño y de utilidad dudosa. Pero otros
proyectos resultaron especialmente exitosos, especialmente los
relacionados con la aviación naval.
La
marina alemana en ese periodo bastante tuvo con sobrevivir. Quedó
relegada a una flota costera, con barcos con dos decenios en sus
cuadernas, y bastante tuvo con mantenerse. Los astilleros
especializados tuvieron que dedicarse a la construcción de buques
civiles, y los gabinetes de diseño naval fueron disueltos. Por eso
los buques que se construyeron durante el rearme eran muchas veces
desarrollos de proyectos de la marina del Káiser. La Kriegsmarine
tuvo que hacer sobre la marcha los experimentos que otras potencias
habían hecho diez años antes, y algunos salieron muy mal. Por ello
unidad por unidad los barcos alemanes solían ser mucho más caros,
bastante menos fiables, pero no más potentes que los de los aliados.
Y la marina alemana tenía deficiencias en campos claves, como el
crucial, ya citado, de la aviación naval.
Por
eso creo que salvo en el arma submarina Alemania había perdido al
menos diez años de desarrollo naval.
-En
muchos foros hemos discutido, ampliamente, sobre el papel como
corsarios de los grandes buques de la Kriegsmarine (Bismarck, Admiral
Scheer, Admiral Hipper...) ¿te importaría exponerla, una vez más,
para los lectores que no hayan tenido la ocasión de leerla?
En
español hay un dicho: “a toro pasado, todos toreros”. Jugamos
con la ventaja de saber lo que ha ocurrido y, desde ese punto de
vista, la campaña corsaria de los grandes buques de la Kriegsmarine
solo puede describirse como decepcionante. Apenas tres salidas
tuvieron éxito: la operación Berlín, es decir, la salida de los
acorazados Gneisenau y Scharnhorst en 1941, la tercera salida del
crucero pesado Admiral Hipper, y el crucero del “acorazado de
bolsillo” Admiral Scheer. Otras salidas se frustraron por averías
mecánicas, por encuentros con barcos ingleses, y con frecuencia
acabaron desastrosamente, perdiéndose la mitad de los acorazados (el
Bismarck y el Scharnhorst, más el acorazado de bolsillo Graf Spee).
En esas operaciones la Kriegsmarine perdió más vidas que los
ingleses, y el valor de las unidades perdidas fue bastante superior
al del puñado de viejos mercantes que consiguieron hundir.
Hay
que comprender la situación en la que se encontraba Raeder para
entender esta estrategia. En la memoria alemana estaba el triste
papel de la flota del Káiser, amarrada en puerto mientras la
juventud alemana moría en las trincheras. La inactividad hizo que
los mejores elementos pasasen a los submarinos, quedando en la flota
las manzanas podridas, que acabaron amotinándose. En la nueva guerra
la marina no podía repetir lo de 1914: la marina alemana tendría
que combatir.
Por
otra parte una de las consecuencias que los estrategas alemanes
obtuvieron de la guerra anterior era que la flota de superficie nunca
podría derrotar a la muy superior Royal Navy inglesa, pero que
Inglaterra tenía un punto débil, su dependencia del comercio
marítimo. Una de las formas de atacarlo era con submarinos, pero los
buques de superficie también podrían ser muy efectivos en ese
papel. En 1914 unos pocos cruceros ligeros, especialmente el Emden,
causaron grandes trastornos a los ingleses.
Para
comprender a Raeder hay que recordar la campaña del Emden. Era un
crucero pequeño y viejo, pero que operando en el Índico capturó
catorce barcos aliados, hundió un crucero y un destructor, y
destruyó una refinería. Pero finalmente tuvo que enfrentarse a un
crucero australiano, que lo destruyó con su más potente artillería.
Raeder decidió que los barcos alemanes tendrían que poder efectuar
campañas como la del Emden, salvo por su final: los barcos alemanes
tendrían que poder derrotar a todos los buques de los que no
pudiesen escapar. Así los acorazados de bolsillo, realmente cruceros
pesados, tenían armamento propio de acorazados, y los Bismarck eran
un 40% más grandes que sus contrapartes ingleses.
Pero
los estrategas alemanes recordaban la lección del Emden, pero no la
de la flota de Graf Spee, que tras una larga correría fue
sorprendida y destruida por una flota británica superior. Lo que no
se tuvo en cuenta es que para un corsario de superficie, operando en
aguas hostiles muy lejos de sus bases, daños relativamente poco
importantes significaban la sentencia de muerte. Cuando los barcos
aliados (o los japoneses) sufrían daños similares a los sufridos
por el Graf Spee o el Bismarck, tan solo era cuestión de escoltarlos
o como mucho remolcarlos hasta algún puerto propio, donde eran
parcheados de tal forma que pudiesen llegar a los astilleros para su
reparación. Hubo barcos aliados que sufrieron daños gravísimos: en
1945 en el portaaviones USS Franklin estallaron más de sesenta
bombas, tuvo 1.200 bajas (más de ochocientas muertes) y aun sí pudo
volver a casa y ser reparado. El crucero pesado USS New Orleans vio
como su pañol delantero estallaba y su proa se partía al ser
torpedeado en Guadalcanal. Aun así se pudo hacer una reparación de
emergencia, y el barco acabaría siendo reparado. En comparación las
averías del Graf Spee o del Bismarck eran minúsculas… pero se
produjeron en mares alejados donde cualquier revés significaba la
destrucción.
Lo
interesante es que los barcos alemanes suponían una amenaza mucho
mayor cuando permanecían en puerto. En la caza del Bismarck los
ingleses perdieron un crucero de batalla muy valioso (el Hood), y
tuvieron que dedicar la mitad e su flota, pero tras hundir al
acorazado alemán los barcos ingleses quedaron libres y pudieron
intervenir en otros escenarios. Sin embargo el gemelo del Bismarck,
el Tirpitz, que pasó casi toda su vida en puerto, obligó a los
aliados a mantener en el escenario a una flota muy superior, solo por
si salía, sin poderla enviar a otros escenarios donde era
desesperadamente necesaria. Curiosamente el Tirpitz acabó
indirectamente con el acorazado Rodney, el verdugo de su gemelo
Bismarck: el Rodney tuvo tales averías en esas misiones de
vigilancia que tuvo que ser desguazado. La batalla del Bismarck tiene
más “glamour” que oxidarse en un puerto noruego, pero el Tirpitz
contribuyó más a la causa del Eje que el Bismarck.
Además
tenemos que recordar que la campaña que decidió la derrota alemana
se libró en Rusia, y en ella tuvieron importante papel los
suministros aliados, en parte llevados por la ruta ártica. Cuando la
Kriegsmarine perdía sus acorazados en el
Atlántico estaba permitiendo que los vitales convoyes a Murmansk
llegasen con escasa interferencia.
-Me
imagino que, por el contrario, tu opinión sobre los mercantes
corsarios será más favorable ¿puedes ampliarnos tu parecer sobre
estas cuestiones?
Al
contrario que con las grandes unidades corsarias, los mercantes
corsarios fue una ocasión perdida para Alemania, especialmente al
principio de la guerra. Entonces los aliados tenían pocos barcos y
menos aviones para patrullar mares lejanos, y la mayor parte de sus
mercantes aun no estaban armados y navegaban con independencia. Los
corsarios mercantes eran el barco de guerra ideal: muy barato y muy
rentable: los once cruceros auxiliares alemanes (de los cuales solo
nueve salieron al mar) en sus doce salidas hundieron o capturaron más
de 150 embarcaciones enemigas, incluyendo un crucero ligero, el
Sídney, que por si solo costaba más que los once corsarios. No fue
fácil porque siete corsarios acabarían siendo hundidos. Pero
resultaron tremendamente rentables tanto por los buques que hundieron
como por las fuerzas que los británicos tuvieron que emplear en su
caza.
¿Podría
haber enviado Alemania más corsarios? Creo que sí. La Kriegsmarine
utilizó un buen número de barcos de todo tipo para abastecer a sus
barcos de superficie en sus correrías por los océanos. No todos
eran aptos para ser transformados en corsarios, pero sí algunos ¿Qué
hubiesen podido hacer veinte o treinta corsarios alemanes en 1940 y
1941? No lo suficiente como para modificar el curso de la guerra,
pero hubiesen dado muchos dolores de cabeza a los aliados.
Personalmente
creo que la Kriegsmarine hubiese ayudado más al esfuerzo de guerra
alemán facilitando la conversión de barcos en corsarios, tanto
buques ya existentes (civiles y militares) como capturados, que con
las salidas de sus grandes unidades de superficie.
-¿Que
opinión te merece Raeder y el papel que realizó al mando de la
Kriegsmarine?
Creo
que Raeder era un jefe mediocre. Estuvo al frente de la Kriegsmairne
desde 1928 hasta 1943, por lo que los fallos de la marina de guerra
alemana, tanto de doctrina (lo de los acorazados corsarios, el
ignorar el papel de la aviación) como del diseño de sus barcos hay
que atribuírselos a él. Raeder formó una marina a su gusto.
Consiguió mantenerla alejada del nazismo, lo que no es
necesariamente bueno: su mucho más político sucesor Doenitz
consiguió más de Hitler que el apolítico Raeder. Relación con el
nazismo no implica automáticamente genocidio: la muy politizada
Luftwaffe no se vio implicada en las barbaridades que cometió el
bastante menos político ejército.
Respecto
a la doctrina, ya he dicho mi opinión sobre los acorazados
corsarios. Más grave todavía es que no se apreciase la enorme
importancia que iba a tener la aviación. Por ello la Kriegsmarine no
dispuso de portaaviones (luego hablaremos de ello) y la defensa
antiaérea de sus barcos era bastante pobre: en la época en la que
la Luftwaffe mostraba que la aviación decidía las batallas, la
Kriegsmarine no diseñaba cruceros antiaéreos.
Desde
el punto de vista técnico los barcos de la Kriegsmarine eran
deficientes. Se usaron técnicas de construcción avanzadas (como la
soldadura eléctrica de los cascos), que encarecieron mucho la
construcción de los barcos, pero que no dieron el resultado
esperado, especialmente en barcos pequeños. Se escogió un sistema
de propulsión (calderas de muy alta presión) que aparentemente era
muy atractivo al combinar economía, ligereza y potencia, pero que
resultó una pesadilla. Así ocurrió que gran parte de la flota de
destructores y torpederos alemanes estuvo más tiempo en reparaciones
que en operaciones.
No
es que en otras flotas no hubiese barcos “enfermos”, que los
había y en cantidad, pero es papel de un jefe detectar esos
problemas y corregirlos, y no empecinarse en ellos.
Hay
otros aspectos criticables, como por ejemplo que se inmiscuyese en la
vida privada de sus oficiales, pero son menores. Lo realmente
importante, para juzgar al personaje, es pensar si la marina que
construyó fue adecuada o no.
-¿Y
a un nivel más particular, otros oficiales de menor rango? Me
refiero a nombres como Lutjens, Linndenman, Krancke, Meisel, etc.
¿Crees que había un buen nivel de mando entre los buques de
superficie?
Creo
que en nivel de la oficialidad naval alemana era similar, tanto
técnicamente como en pundonor y valentía, al de los mandos de las
otras potencias navales. El problema no estaba ni en el valor ni en
los conocimientos ni en la capacidad de mando de sus oficiales, sino
en las deficiencias técnicas y doctrinarias de la flota. Aun así
dada la inferioridad general de la marina alemana poco más pudieron
hacer.
-Por
las veces que hemos debatido eres muy crítico respecto al Plan Z
alemán (2) ¿podrías compartir con los lectores su opinión al
respecto?
El
Plan Z, como nuestros lectores sabrán, fue un ambicioso plan de
rearme naval alemán que pretendía la construcción de una flota que
podía rivalizar con la británica. Raeder advirtió que si se
emprendía, y la guerra comenzaba antes de 1944, la Kriegsmarine
estaría casi indefensa, como ocurrió. Eso es un error evidente de
Hitler, ignorante en temas navales. Pero en sí el Plan Z era de
dudosa viabilidad y técnicamente erróneo.
La
viabilidad era dudosa por su enorme coste económico. La economía
alemana de 1939 estaba al límite. Es improbable que un plan que
pretendía la construcción de 32 buques de batalla (acorazados,
acorazados de bolsillo, cruceros de batalla y portaaviones) y 40
cruceros pudiese llevar a cabo. Como comparación la “Two Ocean
Navy Act” norteamericana, promulgada en 1939, cuando la US Navy se
preparaba para la guerra, incluía 13 buques de batalla (de los que
solo dos fueron finalizados) y 18 portaaviones.
Es
un hecho poco conocido, pero si la economía alemana no fue al
colapso se debió a la guerra y la captura de importantes activos en
Europa Occidental. Un plan megalómano como el Plan Z no tenía
ningún viso de viabilidad, y probablemente no solo no se hubiese
finalizado sino que se hubiese alargado tanto que gran parte de los
barcos hubiesen quedado anticuados aun antes de botarse.
Otro
factor a resolver era la limitada capacidad de la industria naval
alemana, tanto en capacidad de los astilleros como en número de
operarios cualificados, lo que probablemente hubiese implicado
mayores demoras. En esto el que Alemania construyese diseños muy
complejos (comparados con los coetáneos ingleses, por ejemplo) no
ayudaba.
Además
los posibles enemigos de Alemania también hicieron sus propios
planes, en buena parte como respuesta al rearme alemán, e incluían
más buques de batalla y más portaaviones que los proyectados por
Alemania, y además con programas de construcción más racionales,
es decir, con mayores visos de factibilidad.
Pero
sobre todo el Plan era técnicamente erróneo. La flota salida del
Plan Z hubiese sido ideal para 1918, pero no para 1939. Incluía nada
menos que 22 cruceros exploradores ¡en la época de la aviación,
del radar (del que Alemania era pionera) y del portaaviones! El plan,
sobre todo, olvidaba casi por completo la aviación naval: solo
incluía cuatro portaaviones, dos de los cuales eran los que estaban
en construcción en 1939 (Graf Zeppelin y otro sin nombrar). Hay que
señalar que el sistema de catapultas de esos buques hacía que muy
probablemente el Graf Zeppelin hubiese dado mal resultado, al menos
sin una gran reforma. Es llamativo, porque los ingenieros alemanes
tuvieron acceso a los planos de los portaaviones japoneses.
Muestra
de cómo se ignoraba la aviación naval era que no solo no había
buques antiaéreos, sino que la defensa antiaérea de las unidades
proyectadas era mínima: los cruceros clase 'M' (cuya construcción
se inició en 1939 para ser inmediatamente desguazados en grada) solo
contaban con cuatro cañones de 88 mm y doce de 37 y 20 mm. Los
cruceros clase 'M' hubiesen entrado en servicio simultáneamente a
los Cleveland, que llevaban doce cañones de 127 mm y 28 de 28 y 20
mm.
De
haberse completado el Plan Z tal como estaba planeado, los
"superpanzerschiffe" (una especie de acorazados de bolsillo
agrandados, diseñados como corsarios) hubiesen entrado en servicio
al mismo tiempo que los primeros reactores y las primeras bombas
guiadas. Creo que con eso está dicho todo ¿Qué opinión puedo
tener de un plan que olvidaba los portaaviones?
-Como
todo en lo que concierne a Alemania en la Segunda Guerra mundial
tarde o temprano aparece el nombre de Hitler, ¿que piensas acerca de
papel de este para con la Kriegsmarine?
No
conozco demasiado bien las interioridades del régimen nazi, pues es
uno de los temas de la Segunda Guerra Mundial que más me desagradan.
En todo caso mientras que Hitler era muy aficionado a cuestiones
militares, desconocía casi por completo todo lo referente a la
marina, y dejó hacer a Raeder. Lo que no sé es hasta qué punto los
desencuentros entre Hitler y Raeder podían deberse a la pretensión
de Raeder de alejar la política de la marina. Su sucesor Doenitz
consiguió mantener una relación mucho más fluida con el dictador.
-Y
más particularmente ¿consideras que la orden que siempre pesaba
sobre los capitanes alemanes de no comprometer sus naves contra otras
semejantes pudo pesar en algunas decisiones de estos? Por ejemplo en
la Batalla del Rio de la Plata, los compases iniciales de La Batalla
del Estrecho de Dinamarca o la Batalla del mar Barents (3), los
comandantes alemanes parecen actuar con bastante cautela.
Por
raro que parezca, creo que Hitler no iba del todo descaminado, pero
por motivos equivocados. Desde luego no se puede conseguir nada si no
se corren riesgos: si la flota alemana hubiese permanecido
continuamente en puerto antes o después los británicos la hubiesen
bloqueado con minas y hubiesen destinado la Royal Navy a otras
misiones (como derrotar a los italianos o los japoneses). Por otra
parte para los ingleses era mucho peor un acorazado alemán (o un
crucero) en puerto, ya que les obligaba mantener a varios buques de
guerra preparados, tanto en los barcos destinados a su caza como
escoltando convoyes. La caza del Bismarck necesitó que los ingleses
enviasen seis buques de batalla y dos portaaviones. Hundirlo costó
perder el Hood... pero los ingleses disponían de otros cinco
acorazados en construcción, y los alemanes ninguno.
Siendo
tan amenazante un barco a flote, es razonable no correr riesgos
excesivos. Pero una cosa es eso, otra dar órdenes tan estrictas que
paralicen a los mandos: tras el relevo del almirante Marschall (por
hundir al Glorious corriendo riesgos) lo sorprendente es que los
mandos alemanes se arriesgasen a salir al mar o que no huyesen a toda
velocidad al ver una bandera inglesa.
Pero
si hablamos de los casos concretos... El Graf Spee, tras el combate
del Río de la Plata, tenía una grave avería en el sistema de
suministro de combustible, por lo que su autonomía se medía en
horas. Salir a combatir sabiendo que las máquinas se pararán en
medio de la batalla es suicida. También me parece correcta que
Lutjens dejase escapar al Prince of Wales en el Estrecho de Dinamarca
me parece correcta, ya que no hubiese sido nada fácil hundirlo, el
riesgo hubiese sido excesivo, y los ingleses tenían muchos más
acorazados. Respecto a Kummetz en el Mar de Barents, esa batalla se
libró en condiciones de visibilidad tan malas que no era difícil
que alguno de sus barcos tuviese un mal encuentro, como de hecho le
pasó a un destructor. Es decir, que en esos tres casos fue correcto
que los alemanes rehuyesen combatir, y no sé hasta qué punto las
órdenes de Hitler pudieron influir.
-Otra
figura política famosa por, entre otras cosas, su relación con la
Kriegsmarine es Goering. Su famosa frase “Todo lo que vuela es mío”
es considerada un lastre para la Kriegsmarine y su arma aeronaval
.Tanto Doentiz como Raeder se quejaron amargamente de no disponer de
más aviones a su disposición para exploración lejana achacandole
la culpa a Goering y su círculo. ¿Qué podrías contarnos sobre
esto? ¿Tienes alguna opinión?
Me
parece que estamos hablando de un problema mucho más complejo de lo
que normalmente se piensa. Reunir todo lo que volase en una única
arma era la tendencia habitual en la época, de la que solo se
salvaron Japón y Estados Unidos. Incluso el Servicio Aéreo Naval de
la Royal Navy fue disuelto e integrado en la RAF... lo que dio una
ocasión de oro a los alemanes, pero eso es otra cuestión. A la US
Navy conservar su aviación le costó muchos esfuerzos, tanto antes
como después de la guerra: excelentes jefes como el almirante
Gallery tuvieron que retirarse tras plantarse ante la USAF y el
Congreso (en la "revuelta de los almiranntes"). Raeder, por
lo que sé, nunca se enfrentó ni a Hitler ni a Goering por esto.
Tampoco le hubiese ayudado la despolitización de su marina, frente
al arma más politizada de Alemania, que era la Luftwaffe.
Raeder
no lucho lo que hubiese debido, pesando en sus decisiones no solo el
riesgo que corría su carrera sino el que no apreciase la importancia
de la aviación. Pero tampoco puso nada de su parte. La Luftwaffe
diseñó bastantes modelos de aviones destinados a operar en el mar,
pero se llegó al dar el caso de tener que hacer el diseño "a
ojo" porque la Kriegsmarine (Raeder) le ocultaba las
características de sus buques.
¿Hubiesen
podido llegar a un acuerdo Raeder y Goering? No olvidemos que Goering
era muy inteligente (en exámenes psiquiátricos hechos durante los
juicios de Nuremberg resultó rozar la genialidad), y era lo
suficientemente pragmático como para llegar a algún acuerdo con la
marina. Tal vez conun poco de flexibilidad por parte de Raeder, mayor
convicción, y permitiendo que Goering se atribuyese los éxitos de
los portaaviones, Alemania hubiese podido tenerlos.
Raeder
también podría haber "tirado por la calle del medio" y
construido un portaaviones aunque no tuviese licencia para llevar
aviones. Es lo que hizo la Armada Española con el Dédalo, y luego
la también lo hizo italiana con el Garibaldi. Más adelante el poder
político, enfrentado con la realidad (un portaaviones sin aviones)
tuvo que ceder.
Construir
ese portaaviones para presionar a la Luftwaffe (y a Hitler) ni
siquiera hubiese sido demasiado caro: bastaba con tomar un casco a
medio construir (uno de los petroleros de flota, que pasaban de los
20 nudos), convertirlo en portaaviones con planos japoneses, y luego
"retar" a Goering a que pusiese algo en su cubierta.
¿Hubiese
sido posible un acuerdo como a que llegaron la RAF y la Royal Navy en
el periodo de entreguerras (tú pones los barcos y yo los aviones y
sus dotaciones)? No lo sé, pero creo que no fue solo culpa de
Goering.
-Pasemos
a la guerra submarina. Esta es considerada habitualmente el mayor
éxito de la Kriegsmarine durante la contienda. ¿Cuál es tu opinión
al respecto sobre la campaña submarina?
Desde
luego que buena. Puso contra las cuerdas a Inglaterra, y obligó a
los aliados a hacer un esfuerzo enorme: por ejemplo, se construyeron
varios miles de barcos de escolta, desde pequeños cazasubmarinos de
madera a portaaviones de veinte mil toneladas. Imaginemos todo ese
acero y esos cañones, convertidos en tanques.
-Más
particularmente te has mostrado bastante crítico con la figura de
Doenitz. Creo recordar, han sido muchos debates ya entre los dos, que
no lo consideras un buen líder porque, entre otras cosas no supo
adaptarse a los cambios tecnológicos ni perpetrar nuevas tácticas
de combate ¿se me olvida algo al respecto?
La
misma pregunta lo dice. Las tácticas de 1940 no funcionaron en 1943,
sin que Doenitz pudiese presentar una alternativa. Igualmente
importante Doenitz no prestó atención a los desarrollos técnicos:
la aviación naval, el radar, etcétera.
El
enorme crecimiento de las fuerzas antisubmarinas aliadas hacen
improbable que Doenitz pudiese hacer mucho más, pero es que los
aliados supieron usar la táctica alemana contra ellos: Doenitz
controlaba su fuerza submarina haciendo uso intensivo de la radio,
tanto desde el puesto de mando como desde los sumergibles. Los
aliados, gracias al uso de radiogoniómetros de alta frecuencia
primero, y luego gracias a la ruptura de las claves alemanas
(facilitada por el uso tan grande de la radio) pudieron detectar,
atacar y destruir a los submarinos.
Como
los aliados tampoco eran perfectos cometieron errores muy graves.
Varias veces las defensas antisubmarinas inglesas se encontraron con
los submarinos aprovisionadores, en coincidencias tan improbables que
hacían sospechar de la seguridad de las comunicaciones. Hasta
Doenitz lo sospechó… y se dejó convencer por sus técnicos. Que
Doenitz hubiese denunciado la falta de seguridad del sistema de
cifrado alemán hubiese tenido tremendas repercusiones para el curso
de la guerra.
Otro
aspecto significativo es el del fallo de las tripulaciones de los
submarinos. No en valor sino en técnica. Gran parte de los éxitos
de los U-Boot los consiguieron unos pocos barcos, mandados por
submarinistas formados antes de la guerra. El resto de los submarinos
apenas consiguieron hundir dos o tres barcos. Esas diferencias se
dieron en todas las flotas submarinas, pero los aliados, sobre todo
los norteamericanos, cuya fuerza submarina también se multiplicó y
llevó a cabo una campaña contra Japón muy parecida a la de
Doenitz, tomaron medidas para solucionar ese fallo, y la eficacia de
sus barcos aumentó con el tiempo, mientras que la de los alemanes
disminuía. Desde luego la capacidad antisubmarina japonesa no tenía
nada que ver con la inglesa, pero es algo que muestra que en la
campaña de los U-Boot no fue todo tan bien como pueda parecer.
Eso
no quiere decir que Doenitz fuese tan malo. Por ejemplo, consiguió
mantener excelentes relaciones con Hitler, y a pesar de jugar contra
un enemigo que le veía sus cartas (mediante ULTRA) consiguió poner
a los ingleses contra las cuerdas. Doenitz fue un buen almirante,
pero no un genio naval. No lo considero mejor que Lockwood, por
ejemplo.
-¿Qué
opinión te merecen los ,considerados como primeros submarinos reales
, tipo XXI? ¿Podrían haber llegado antes? ¿Podrían haber
relanzado la campaña submarina?
Creo
que no. Desde luego los tipo XXI hubiesen sido enemigos terribles...
en 1941, cuando no eran necesarios.
El
problema es que hasta 1942 no se advirtió la necesidad de un nuevo
tipo de submarino, y no do tiempo a que el nuevo tipo de buque
llegase a entrar en servicio. Tampoco ayudó mucho que para ahorrar
tiempo se iniciase la producción del nuevo tipo sin construir
prototipos, y se usase un nuevo sistema de producción, la
construcción modular. Los módulos se construyeron en industrias sin
experiencia en construcción naval y luego, cuando se montaron, las
secciones no encajaban, y costó muchos meses conseguir que los
submarinos flotasen. Solo dos barcos llegaron a ser operativos (unos
días antes del final de la guerra) y muchos tuvieron que ser
desguazados en la grada por sus defectos. El desarrollo del tipo XXI
me parece un ejemplo de "lo mejor es enemigo de lo bueno",
y de como por emprender un proyecto demasiado ambicioso al final no
se consiguió nada.
No
digo que no hubiese debido emprenderse ese proyecto, al contrario,
pero probablemente un desarrollo corriendo menos riesgos industriales
hubiese conseguido que algún buque llegase a entrar en servicio en
1944. Además no era la única posibilidad. En la posguerra los
norteamericanos modernizaron sus submarinos de las clases Gato, Balao
y Tench (todos ellos barcos grandes, de 1.500 Tn de desplazamiento)
con conversiones más o menos amplias que acabaron dándoles
prestaciones similares a los tipo XXI. Tal vez los tipo IX eran
demasiado pequeños para la conversión, pero los tipo X (submarinos
minadores de 1.700 Tn) hubiesen podido servir como prototipos,
incorporando las nuevas características (líneas limpias, baterías
mayores, snorkel) sin tener que perder el tiempo con el diseño del
casco, y así tener los primeros "elektroboat" en 1944.
Pero
no creo que los “elektroboat” hubiesen llegado a repetir los
éxitos de 1940 y 1941. Se debe a dos limitaciones de los submarinos
convencionales. Por una parte, su horizonte visual es limitado (ya
que los alemanes no disponían de radar para sus submarinos) y el
sonar de la época daba poca información: lo justo como para decir
"por ahí hay algo" pero no para poder dar una marcación
adecuada, menos para conocer rumbo y velocidad del objetivo. Y ahí
entramos en la segunda limitación: la velocidad y la autonomía en
inmersión: aunque esos submarinos pudiesen conseguir velocidades
elevadas, las podían mantener tiempos muy cortos, especialmente si
las baterías no estaban cargadas por completo (o si estaban
gastadas). La velocidad "normal" podría ser de unos doce
nudos, apenas suficiente para dar caza a los convoyes lentos. Esa
velocidad no bastaba para dar caza a los nuevos mercantes aliados
(los Liberty llegaban a 10-11 nudos, los C2 y C3, los Victory o los
petroleros T2 pasaban de 15 nudos). Por su movilidad limitada en la
posguerra se ha descrito a los submarinos convencionales (derivados
del tipo XXI) como "boyas armadas con torpedos" o "minas
de largo alcance". Lo único que podían hacer era esperar que
pasase un barco ante su periscopio, o dar caza a los convoyes lentos
(de barcos pequeños y viejos).
Además
en 1944 los aliados disponían de miles de buques de escolta,
equipados con nuevas armas como el torpedo buscador antisubmarino Mk
24 (sin suficiente velocidad como para cazar a un tipo XXI, salvo que
estuviese con poca carga en sus baterías). Otros desarrollos
(torpedos con mayor velocidad) se retrasaron por no ser necesarios,
ya que los submarinos habían sido derrotados en 1944. Los aliados
también tenían miles de aviones antisubmarinos aliados, que ya en
1944 usaban avances como radares de onda corta capaces de detectar un
snorkel, sonoboyas o detectores de anomalías magnéticas. Había
tantos barcos antisubmarinos que cualquier submarino detectado era
atacado y perseguido hasta el final por una flotilla, mientras otras
mantenían la escolta de los convoyes. En este escenario el tipo XXI
(o el tipo XXIII) seguía teniendo muchas posibilidades de
supervivencia, podrían hundir bastantes barcos aliados, pero de eso
a volver a los "tiempos felices"...
-Finalmente
¿cómo valora , en general, el papel de la Kriegsmarine durante la
Segunda Guerra Mundial?
Si
hablamos de la flota de superficie, su papel fue muy reducido, en
buena parte debido a tener pocos buques, pero también a los
problemas técnicos de sus unidades que limitaban su capacidad. A lo
más que pudo aspirar la flota de la Kriegsmarine fue a obligar a los
británicos a mantener parte de su flota para vigilarla, aliviando a
italianos o japoneses. Pero nunca supuso la amenaza que hubiese
podido ser si, por ejemplo, hubiesen construido portaaviones en lugar
de acorazados.
Respecto
a su flota submarina, a pesar de no haber sido perfecta, tuvo una
contribución destacada, causando tremendos daños a la flota
mercante británica y obligando a los aliados a invertir muchísimos
recursos en la guerra antisubmarina. Pero ¿hubiese podido llegar a
bloquear a Inglaterra? Yo creo que no, salvo que Alemania hubiese
construido cientos de submarinos en el periodo de entreguerras, lo
que probablemente hubiese tenido consecuencias políticas.
Por
ahora dejamos aquí la entrevista. Espero que Luis quiera repetir ya
que me cuenta que tiene también mucho que decir sobre la Royal Navy.
Esperemos verle pronto por aquí de nuevo metiendole candela a la
marina de su majestad.
Hasta
la próxima camarada!
Hasta
la próxima.